El próximo 31 de julio finaliza la temporada de pesca en los ríos de montaña que no están regulados por embalses
El próximo viernes, 31 de julio, finalizará la temporada de pesca en los denominados ríos de montaña, la mayoría de los que no están regulados por embalses, que sufren un fuerte estiaje. La temporada, sin embargo, sigue en el resto si bien la concentración de pescadores será mayor al quedar cerrados la mayoría de ríos y arroyos que componen la densa red fluvial en la provincia de León. Durante el mes de agosto quedarán abiertos el río Curueño desde su nacimiento al límite inferior del coto de Valdepiélago y el río Sil aguas abajo del embalse de Las Rozas hasta el embalse de Bárcena con la salvedad de que la pesca se efectuará sin muerte. También se retrasa el cierre hasta el 15 de octubre, sin muerte a partir de septiembre en las siguientes aguas:
Río Cea: desde el puente de villamartín de d. Sancho hasta el límite de la provincia de valladolid. Pese a que el cea no está regulado por pantano este tramo se beneficia del trasvase del esla y por lo tanto tiene garantizado un respetable caudal.
Río Esla: aguas abajo del embalse de riaño sus aguas embalsadas.
Río Porma: aguas abajo del embalse del porma. En el embalse existe un tramo libre sin muerte cuyo cierre se retrasa al 15 de octubre.
Rio Luna: aguas debajo de la central de mora y aguas embalsadas del embalse de barrios de luna.
Rio Órbigo: en todo su curso hasta el límite provincial.
Rio Sil: aguas abajo del embalse de bárcena y aguas embalsadas.
Peligro de furtivos
En un verano extremadamente seco la ausencia de precipitaciones y las extracciones de agua para el riego han reducido el caudal de los ríos, que se cerrarán el próximo viernes, hasta el punto de que en algunos apenas corre un hilillo de agua. En estas condiciones las truchas se empozan o se ocultan y tan solo mantienen actividad al amanecer y a última hora de la tarde. En esta delicada situación su principal enemigo no es el pescador deportivo, ya que es muy difícil realizar capturas. Si que lo es, sin embargo, el furtivo mas o menos profesional. El envenenamiento de las aguas es una práctica casi erradicada, pero todavía no pasa un año en el que algún curso de montaña no se vea agredido por el veneno o la lejía, con el enorme daño que se produce sobre los alevines. Si que resulta casi habitual la pesca a mano o utilizando todo tipo de arpones.
Coincide además el mes de agosto con la presencia de miles de visitantes en los pueblos, la mayoría emigrantes o hijos de los mismos que mantienen una casa familiar. Ir a bañarse y volver con la cena en forma de suculentas truchas, es una práctica que sigue produciéndose año tras año sin que se corte de raíz.
En este sentido el cierre de la temporada en nada beneficia a las truchas, pues el pescador deportivo mas que un enemigo puede resultar un aliado en la vigilancia del río.